Hoy os presento mi recién descubierto paraíso y no me da vergüenza decir que eso mismo fue lo pensé según llegué a Eersterivier, una pequeña zona residencial cercana al parque Natural del Tsitsikamma.
Llegábamos reventados después de 8 horas de coche sin parar, como viene siendo habitual en nosotros. Pero todos los males se nos pasaron en cuando pusimos los ojos por primera vez en la playa. Fue el momento justo para que me enamorara del sitio, cuando el sol está a punto de ponerse y todo está bañado por una luz dorada que casi no te deja ver.
En realidad Eesterivier es poco más que una tranquila urbanización, muy Afrikaner por lo que tengo entendido en la que las casas están encajonadas entre la ladera de la montaña y la arena, pero no es solo el lugar, bonito hasta rabiar, sino el ambiente relajado lo que hace que te enamores.
El tiempo pasa a otro ritmo totalmente distinto, las casas tienen acceso directo a la playa que no está para nada saturada ya que al parecer la gente prefiere estar en sus casas, y al atardecer puedes encontrar niños sin sus padres jugando tranquilamente en la arena.
El fin de semana transcurrió tranquilamente, entre braais,
paseos por la playa,
puestas de sol con una copa de vino en la mano
partidos de cricket al atardecer con mi "familia postiza"
algún que otro chapuzón en el mar.
La casa no era nada del otro mundo, de hecho le vendría bien una renovación, pero tenía una terraza impresionante, unas vistas de quitar la respiración, acceso directo a la playa y era enoooooorme. Un plus fue poder dormir con la ventana abierta escuchando las olas romper en la orilla.
Reconoceré que además de enamorarme la terraza, el salón también se ganó un huequito en mi corazón con su suelo de madera y esas vistas.
Un lugar que queda anotado para cuando quiera perderme y olvidarme de todos!
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