martes, 11 de agosto de 2015

Swakopmund




Hoy toca el primer post de la colección de Swakopmund y supongo que no hay nada mejor que empezar comentando mis impresiones de la ciudad.

Tengo que reconocer que de entrada me horrorizó. Os pongo en situación llegamos por la mañana cansados después de un montón de kms acumulados. Escogimos la ruta que pasa por Windoek ya que es todo el camino por carretera de asfalto, que escasean en el país, pero también la más larga.



Llegas después de recorrer kilómetros y kilómetros por una línea de asfalto que atraviesa el desierto, solo para encontrarte que cuando acaba del desierto, te espera un buen puñado de casas en las que predomina más la arena que jardín en medio de un montón de niebla.

Tras la nefasta primera impresión, no fue difícil que fuera a mejor y he terminado por irme un poquito enamorada de esa ciudad encajonada entre el desierto y el Océano Atlántico y con una marcada herencia alemana.



El primer paso para mejorar la impresión fue la salida del sol y ver el mar, poco más necesito para ser feliz.



Todo ello se vio reforzado por su playa



Sus puestas de sol



El aire antiguo de sus calles y su muelle en el que se ubica uno de los mejores restaurantes de la ciudad.



Sin lugar a dudas merece una visita

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